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viernes, 15 de octubre de 2010
JAURIA MEDIATICA POR Fermin Bocos
Viendo la vejación mediática a la que fue sometida la ciudadana Isabel Pantoja en el trance de acudir a un juzgado de Málaga para recibir una citación, pensé que algunos periodistas se habían vuelto locos. Esto no es periodismo. Es otra cosa. La profesión ha entrado en un registro que, o da marcha atrás, o la sociedad acabará dándonos la espalada. Si es que no lo ha hecho ya. Cuando menos la porción de gente sensible y culta que no consume la basura televisiva que se ha instalado en algunas de las principales cadenas del país y que es la que está alimentando un relato de chismografía social invasora de la privacidad, depredadora de famas y alentadora de un discurso en el que subyace una cuota nada despreciable de rencor hacia quienes ocupan determinadas posiciones de poder o popularidad.
Mientras la justicia no sentencie que es culpable, Isabel Pantoja es inocente. Que sea famosa no la resta un ápice del derecho a la presunción de inocencia. De ahí que el fusilamiento mediático al que fue sometida es repudiable. Como intolerables resultan los insultos de los energúmenos que formaban parte del grupo de ociosos que quisieron escoltar a la cantante cuando se dirigía a los juzgados. La ira con la que se despachaban contra la tonadillera describe un grado de resentimiento que, como digo, viene alimentado por determinados programas de televisión que se han convertido en máquinas de picar famas y triturar honras.
Es sabido que detrás de este retablo mediático que cultiva el chismorreo se esconde un negocio cuya rentabilidad es directamente proporcional a la falta de escrúpulos de quienes lo dirigen. También sé que hay mucho periodista en paro, pero antes de dejarse reclutar para formar parte de una jauría quizá deberían meditar la conveniencia de cambiar de oficio.
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