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sábado, 11 de septiembre de 2010

El vozarrón de La Pantoja

Expectación el jueves antes del inicio de la primera de las tres jornadas que la tonadillera Isabel Pantoja cumplía en el Palacio Euskaduna y que remata hoy. El aforo rozaba el lleno (¡a 55 euros las entradas abajo!) y predominaban las señoras, unas marujas de luxe que acudieron endomingadas y que, a la mínima oportunidad, ya la chillaban guapa y preciosa y soltaban olés y así. En los silencios jaleaban las fans con tanta inoportunidad que en el par de veces que pretendió La Pantoja hablarnos, la estrella se quedó con las ganas y sólo pudimos intuir un agradecimiento.


Su espectáculo, más un concierto que un musical, se llama 'Así es la vida' y el jueves duró 114 minutos. Lo dirige José Luis Moreno, que presenció desde un palco el reinicio en Bilbao de la segunda parte de la agotadora gira española. Además, la voz de Moreno, en playback y con un entusiasmo similar al de Manolo Escobar, narraba los inicios de cada hato de canciones y de cada hito vital de la diva. En total hubo 20 piezas, incluidas 5 intervenciones del ballet (cuando ella cambiaba su indumentaria) y una francamente emocionante evocación de su difunto torero Paquirri con el 'Ave María' sonando sobre fotos de él y ella en pareja electrizada.

Isabel usó seis vestidos. Abrió con uno de volantes, rosa y blanco, para la alegre 'Nací en Sevilla' (entre claveles rojos y manzanilla / entre paredes blancas y bulerías), con la gran pantalla de fondo plasmando fotos familiares en blanco y negro y con la voz imponiéndose a un volumen excesivo. Acabose la canción, ella hizo mutis, le sustituyó el ballet sobre música en playback, y para la tercera pieza reapareció la folclórica con un vestido blanco de lentejuelas y flecos y entonando el pasodoble rotundo y egotista 'Isabel Pantoja' (Maribel / también soy Maribel / pa' que usted escoja).

Esta primera parte discurrió veloz, con la banda intuyéndose bajo el volumen a todo gas de la garganta preponderante atronando en piezas breves y simpáticas como la hispana y jarocha 'El pájaro verde', la estupenda y raphaelesca 'Embrujá por tu querer' (aquí de espaldas bamboleó el pompis) o una 'Garlochí' bullanguera a lo Lola Flores y echada a perder por el jaleo sónico. Es que parece que La Pantoja no quiere que su fina banda pise su voz, que se complace al oírse trepidante, autoritaria.

Capote de paseo

Para la novena regresó con una bata de cola roja y saltó a la capital en 'De Sevilla a Madrid' y sus dejes cuplé. El sonido a partir de entonces se ecualizó mejor y las canciones se alargaron en demasía. Para el cuarto modelo, con capote de paseo, enfiló la parte taurina, la que más disfrutó. Con un coso en pantalla entonó 'Capote de grana y oro', y en esta hasta rugió y al acabarla se sonrió satisfecha. Y enseñando los dientes. Por pasodoble lidió 'Silencio cariño mío', y la pasión sensual le volvió a embestir en 'Feriante' (Llévame al río / que quiero volverme loca / Que quiero besar tu boca / Y olvidar mi apellío).

Tras el tributo a la memoria de Paquirri se atrevió a reaparecer de blanco, como una novia. Repasó el bolero 'Donde el corazón me lleve' y se encendieron los focos para 'Marinero de luces', donde ella lloró ante el alboroto del patio. La cantó dramática, como La Jurado, y el respetable la ovacionó en pie. Y se marchó, el ballet recreó el 'Amor de hombre' y la sevillana retornó para su gran interpretación con diferencia, la última: 'My Way' de Sinatra, 'A mi manera' según ella, con su sexto vestido, negro, algo Liza Minnelli. La Pantoja la ejecutó utilizando pie de micro por única vez y sonó como Dios manda mientras salían fotos de Paquirrín y de su hijita adoptada. Se acabó, el telón bajó, subió una vez para saludar con todo el plantel, descendió definitivamente y no dio opción a más.

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