Feriante
Intérprete: Isabel Pantoja
Título: Feriante
Letra: Ignacio Román
Música: Paco Cepero
Disco: Cambiar por ti
Año: 1983
“Mientras exista una madre que de a luz, la copla no va a morir.”
Isabel Pantoja
María Isabel Pantoja Martín nació el 2 de agosto de 1956 en el sevillano barrio de El Tardón, en Triana (Sevilla).
Su primera actuación en el Teatro San Fernando con tan sólo siete años con motivo de un homenaje a Juanito Valderrama y Dolores Abril, le valió el feliz premio de tres globos de gas. A esa edad Maribel (como la llaman coloquialmente) ya tenía coplas propias compuestas por el Maestro Rabay que decían:
Yo llevo a España en mis labios
y en mi pecho una canción,
que brota como una rosa
dentro de mi corazón.
Su padre, el compositor y cantaor Juan Pantoja, disconforme con que su hija fuese artista, tuvo que asumir el progresivo involucramiento de Isabel en el mundo del arte. Su madre, Ana Martín, bailaora profesional que trabajó junto a Pepe Pinto o La Niña de los Peines, marcó en Isabel una pasión terrible por el baile andaluz y la danza flamenca. Juan y Ana vieron los primeros pasos de la joven Isabel de la mano de su primo, en cantaor Antonio Cortés “Chiquetete”, cuando por primera vez en 1969 fue contratada en el tablao El Rombo de Palma de Mallorca durante unas vacaciones de verano y gracias a la fe que depositó en ella su abuelo.
En su niñez ya cantaba coplas de sus admiradas Concha Piquer, Juanita Reina, Lola Flores o Marifé de Triana. Fue estando en Sevilla cuando el empresario Baldomero Negrón decidió hablar con el poeta sevillano Rafael de León y con el músico cacereño Juan Solano (que por entonces trabajaban a destajo escribiendo coplas para Marifé de Triana, Gracia Montes, Macarena del Río, Bambino o Rocío Jurado en su estudio de Madrid). En la madrileña Calle Luna, en el estudio de la pareja musical, Isabel Pantoja cantó acompañada al piano por Juan Solano una copla que debió dejar asombrados a músico y poeta, tanto, que la joven Isabel pasó a ser alumna exclusiva de ambos durante un largo periodo donde se curtió como artista.
“Estuve ocho años de mi vida yendo a la calle La Luna a la una en punto de la tarde para ensayar hasta las cuatro y media o las cinco. Todos los días, aun trabajando en El Corral de la Morería, que me acostaba tarde porque el tablao era por la noche, a la una de la tarde tenía que estar en casa del Maestro Solano donde ya se incorporaba Don Rafael de León, y ahí pasábamos horas de arte maravillosas. Yo estrenaba, aunque no fuesen para mí, todas las canciones que componían para otras artistas. Yo era su niña, la que cantaba al piano todos los días. Y cuando no estaba bien, el Maestro Solano cerraba el piano y decía: “Hoy no estás bien. Hoy no quiero que ensayes”. Se enfadaba conmigo además, pero era maravilloso.”
Isabel Pantoja
Trabajó en El Corral de la Morería como bailaora. Hay que recordar que en aquellos años de dictadura en España, los artistas tenían que examinarse para obtener un carnet que les acreditase. Isabel Pantoja se examinó en los apartados de cante y baile, concediéndole el jurado ambos exitosamente.
Estando en El Corral de la Morería, un buen día le debieron pedir que cantase y tal fue el asombro de los allí presentes, que la hicieron primera figura del tablao. Pasó de cobrar 500 pesetas a cobrar 1500. El asombro del Maestro Solano lo llevó a dejar de componer para otras artistas y centrarse exclusivamente en la joven promesa. Mientras ensayaba, Isabel estrenaba todas las magníficas piezas que la pareja artística León-Solano componían para las primeras figuras de la copla.
Paralelo a la muerte de padre se gestó su primer disco, “Fue por tu voz” (1974), el primero de ocho que para ella escribirían principalmente León y Solano, aunque no faltarían en ellos piezas de la tripleta Ochaíta, Valerio y Solano, incluso en alguna ocasión versos musicalizados del poeta Manuel Benítez Carrasco o incursiones de los compositores Montoro, Castellanos o Sarmiento. De esta fructífera etapa de Isabel Pantoja (1974-1981) destacan obras como “El pájaro verde”, “Garlochí”, “Embrujá por tu querer”, “Ahora me ha tocado a mí”, “Niña Isabela”, “Doña María”, “22 abriles tengo”, “El señorito”, “¡Ay Torre, Torremolinos!”, “Qué bonita es mi niña”, “Ay Curro, Curro Romero”, “Esta pena mía”, “Isabel Pantoja”, “Al alimón” o “Aquella Carmen”.
Franco moría en 1975 y con su muerte se daba fin a un sistema de dictadura en España que había sumido el país en una profunda represión. El franquismo había intentado adueñarse de un género que nació durante la Segunda República (1920-1930) y que utilizó de forma propagandística, haciendo un terrible daño a la imagen de la copla. Por aquellos años, tras el fin de la dictadura, Isabel Pantoja se mostraba reivindicativa en un momento en el que a este género se le miraba con malos ojos. Vestía las coplas de León y Solano de su modista habitual, Lina, que hacía para ella un vestuario fresco y alejado de clichés, todo ello unido a un pelo largo y en ocasiones a una flor o un peinecillo que la reseñaban como folclórica
El 9 de diciembre de 1982 moría en su casa de Madrid Rafael de León. Los artistas de copla se quedaban si el poeta más importante que posiblemente haya dado este género. Isabel Pantoja lanzaba ese mismo año un disco de sevillanas compuesto por Manuel Pareja Obregón: “Viva Triana” (1982), y otro al año siguiente producido y musicado de Paco Cerero con algunas letras de Ignacio Román: “Cambiar por ti” (1983). Más tarde José Luís Perales compondría para ella “Marinero de luces” (1985), el trabajo más emblemático de la artista (dedicado a la memoria de su marido, el torero Francisco Rivera “Paquirri”) u otros discos importantes alternando autores como Juan Gabriel o Manuel Alejandro, aunque todos ellos pertenecerán a otra etapa posterior.
“Feriante” es una copla que se incluye en el álbum “Cambiar por ti” (1983). Lo produciría el músico y guitarrista Paco Cerero y en él están presentes los ecos de la copla de los años 70 de la que venía la artista sevillana, impregnada de sonidos y formas modernistas, en ocasiones cercanas al pop. Cabe reseñar que ciertas candencias de la copla de Isabel Pantoja, podrían incluirse dentro de una ramificación de la copla que ha dado en llamarse copla-pop o copla-yeyé, a la que pertenecen artistas como Carmen Sevilla, Paquita Rico, Conchita Bautista, Encarnita Polo o Marisol.
Paco Cepero, es un guitarrista flamenco de jerez de la Frontera (Cádiz) que ha trabajado con cantaores de la talla de Manolo Caracol, Camarón de la Isla, El Lebrijano, Tío Borrico, El terremoto o La Perla de Cádiz. Para este trabajo Isabel Pantoja contó con la inestimable colaboración del compositor malagueño Ignacio Román en tres de los temas: “Feriante”, “Nada” y “Cambiar por ti”.
Ignacio Román es un poeta y literato de Málaga, autor de copla y de flamenco, que cuenta en su haber con más de 1.500 canciones grabadas por los más importantes artistas hispanos y musicadas por los mejores músicos de su época como Manuel López-Quiroga, Manuel Alejandro, Rafael Jaén, Manuel Gordillo, Francisco Naranjo, Augusto Algueró o Paco Cepero. De su puño y letra han salido coplas de la talla de “Quién dijo pena”, “Romance de Zamarrilla”, “Lola de España”, “Sangre de Reyes”, “Senda prohibida”, “Vendedora de coplas”, “Separaos”, "La Paula”, “Volveré” o “Consolación la de Utrera”.
La insólita pareja artística formada por Paco Cepero e Ignacio Román en “Feriante”, impregnan la copla de un gusto clásico y al tiempo fresco, conservador pero modernista, renovador y esencial, y paralelamente desprejuiciado.
La poesía de esta bulería narra la hermosa historia de amor entre una mujer de alta alcurnia, con apellidos, y un gitano feriante. Ella, Reina prometida en matrimonio, no duda en dirigirse al feriante desde su caballo, al que se entrega con deseo imperante: “Pero sí quisiera que me besaran tus labios / mientras que sigue la fiesta / y esta mi gente bailando...”. En actitud de entraga le pide que la lleve al río, que le bese la boca, que le haga olvidar sus apellidos y que galopen juntos a caballo por el campo. La entregada Reina termina asumiendo un amor imposible y el recuerdo apasionado de aquel gitano como “una herida de luna”.
La estampa, tan andaluza en esta letra de tintes románticos, reitera las diferencias entre ambas clases sociales. De nuevo un romance racial, entre gitanos y payos, como tantas coplas nos acostumbraron a lo largo del siglo XX. Una monarquía altiva que debe conservar su estatus y una raza gitana retratada por el poeta como trabajadora y de clase humilde. La situación se desarrolla en un paisaje no exento de lujuria, festivo y nocturno, en el que ella termina deseando lo prohibido. Una vez más, la mujer y su mundo interno, protagonistas en este género.
Isabel Pantoja es la última de una generación de divas que nació para la copla a mediados de siglo XX. Una generación que comenzó con Concha Piquer y que podríamos concluir en ella, todas, herederas de la poesía de Rafael de León. Recogió el legado de sus predecesoras y lo puso en valor en un momento de confusión, recién iniciada la democracia, en una España que arrastraba 40 años de fatigosa dictadura y que miraba su propia cultura con asqueante desprecio, con ojos ansiosos de progreso y con el perfume a Modernidad que rezumaba una Europa sustancialmente más avanzada.
A Isabel Pantoja le debemos haber evolucionado, revolucionado y reivindicado la copla en el último cuarto del siglo XX, en un momento en el que estaba cuajada de clichés injustos y en el que muy pocos eran quienes se interesaban por esta suerte de músicas a la que denominamos copla.
Luces de la feria, voy en mi caballo,
yo soy una Reina, tú eres un gitano.
Eres un feriante, vas por los caminos,
yo voy a casarme, dos mundos distintos.
Pero sí quisiera,
que me besaran tu labios,
mientras que sigue la fiesta
y está mi gente bailando.
Feriante, llévame al rió,
¡Que quiero volverme loca!
¡Que quiero besar tu boca
y olvidar mi apellidos!
Feriante, llévame al campo,
¡Que quiero soñar contigo!
¡Galopar por los caminos
sobre tu caballo blanco!
Feriante...,
¡Qué mala suerte!
¡Que nací para quererte
y no puedo ser tu amante!
Todo fue un mal sueno, cosas de la feria:
unos ojos negros, como dos candelas.
Sobre mi caballo, vuelvo con los míos,
apaga el gitano su fuego en el rió.
Fue un mal pensamiento
que pudo ser la locura,
y se quedó en mi recuerdo
como una herida de luna.
Feriante, llévame al rió,
¡Que quiero volverme loca!
¡Que quiero besar tu boca
y olvidar mi apellidos!
Feriante, llévame al campo,
¡Que quiero soñar contigo!
¡Galopar por los caminos
sobre tu caballo blanco!
Feriante...,
¡Qué mala suerte!
¡Que nací para quererte
y no puedo ser tu amante!
CREDITOSPublicado por limosna de amores