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sábado, 22 de junio de 2013

Fotos exclusivas del espectacular concierto que Isabel Pantoja ofrecido ayer en la capital Hispalense

 
Fotos cedidas a este blog gracias a la generosidad de Pepe Castillo Jurado a través de José María Vidal

Isabel Pantoja toco con sus manos la gloria ayer en Sevilla .Concierto apoteosico!!!!!!

En su regreso a su Sevilla natal tras seis años de ausencia (su último concierto aquí fue en junio de 2007; ella se equivocó y dijo que había sido hace ocho años), , Isabel Pantoja –la artista, la diva de la copla,   ha dado un ejemplo de generosidad a manos llenas, musicalmente hablando: tres horas y media de concierto. Empezó pasados unos minutos las 22 h. del viernes y acabó a las 1.39 h. de la madrugada de este sábado. Un concierto que ella describió como «mágico» y que supone la resurrección apoteósica y triunfal de su carrera de cantante en su feudo sevillano.
Y no hace falta ser de las/los incondicionales que llenaban el auditorio para reconocerle talla de campeona, objetivamente. Hay que repetirlo: tres horas y media de concierto, con una voz y una expresividad que se le salían. ¿Bruce Springsteen, los Rolling Stone de Mick Jagger, los U2 de Bono? ¿Madonna, Beyoncé, Shakira, quizás? ¡No, Isabel Pantoja, que va para 57 años! Se la veía insaciable, como si se estuviera desquitando con ganas, rebrotando de sus miserias mediáticas con cada canción, hasta la gloria final, el acabóse.
El público cumplió con creces lo que se esperaba de él: estaba entregado a su diosa, a la que jaleaba, piropeaba y aplaudía puesto en pie copla tras copla, venga "¡Guapa!", venga "¡Viva la madre que te parió!", venga "¡Siempre contigo, a muerte!", venga "¡Isabel, Isabel, Isabel!". "¡Qué guapa eres!", le gritó uno más, y ella respondió: "Gracias, mi arma, eso es que hace mucho tiempo que no me ves". Pantoja emergió ante su público como una cantante inocente a la que se le perdonaría todo, si es que sus seguidores han llegado en algún momento a acusarla de nada. Por eso se le llama amor incondicional.

Alusiones y ausencias

Isabel Pantoja, en sus breves alocuciones, no hizo ninguna alusión a sus problemas y sólo mencionó a tres personas: su madre y los dos compositores, Rafael de León y Juan Solano, gracias a los que debe ser cantante desde que, como recordó "por si la memoria falla", grabó su primer disco con 15 años. Ni palabra sobre su gran amor, Paquirri, su marido muerto por un toro hace treinta y un años, .  las letras de sus coplas de amor, desamor, erotismo y victimismo que le escribieron Manuel Alejandro, José Luis Perales o los mencionados León y Solano se pueden leer entre líneas como analogías de su agitada biografía sentimental: la suya y la de cualquiera.
"Por ti soy capaz de matarme y de matar", "Buenos, días, tristeza… Siéntate junto a mí, cuéntame si conoces a alguien que sea feliz, dime cómo se llama… Su nombre es Amor", "Que lo nuestro está prohibido lo tengo más que sabido, pero no me importa nada", "…Y te daré mi garlochí, pan tostaíto, migaíto con café, pan tostaíto, migaíto con café", "La pena mía (con expresión arrebatada)… Pero estoy contenta con la pena mía", y la más sugerente, dedicada a los "perseguidores": "Que se busquen a otra, porque ya estoy herida… Que se busquen a otra y que olviden mi rostro para siempre… Porque yo ya es que no puedo soportar este juego y prefiero vivir… Que me dejen mi copla para cantarla y un lugar en silencio para el olvido", hasta llegar a "Y aquí estoy caminando nuevamente por la vida… A pesar del tropezón no estoy caída… Y es verdad que ningún mal dura cien años", y rematar con un orgasmo soñado, "Porque me gusta a morir… Yo tocaría la gloria… Si yo lo hiciera con él", o consumado, "Cuando me miras, me pones tan encendida… Aunque seas un veneno, a mí me resultas bueno" (añádanse ovaciones siempre).

Arranque patriótico

"Estoy orgullosa de haber nacido en esta tierra". Pantoja se declaró sevillana y trianera hasta la eternidad y exaltó a la ciudad a través del trío divino de sus tópicos/realidades: la Virgen Macarena, la Esperanza de Triana y el Jesús del Gran Poder, a los que unió la Virgen del Rocío. El auditorio, que desobedeció la orden de la megafonía antes del concierto y se hartó de hacerle fotos a su diosa con el móvil –también le arrojaron claveles y le regalaron ramos de flores–, se caía abajo cuando los nombró y las imágenes religiosas aparecieron en la pantalla gigante.
La Pantoja sólo salió del escenario dos veces para cambiarse de vestido otras tantas y entrar en la recta final del recital con temas clásicos como 'A tu vera' o ese 'Suspiros de España' con melancolía de exiliados que pone los pelos de punta. Ya llevaba tres horas de concierto. ¿Había terminado? ¡No! Aún quedaba un tercio flamenco y un colofón con éxitos suyos como 'Se me enamora el alma' o el canto a la Virgen del Rocío con el famoso "Oléééééé-y-Olé/ Olé-Olé-Olé/ Olé-Olé-Olé/ Olé-Olé-Olé-Olééééééééé", y el arrebato final, "Viva mi madre, que fue la que me parió aquí", y viva la Macarena, y la Trianera, y el Gran Poder, y el Rocío, y la Semana Santa entera, porque "de la Feria paso, pero de la Semana Santa, no", y "¡Mamá, va por ti!", y "Olé, olé, olé", y la ovación, y el telón, y la riada de mujeres (mayoría) y hombres de vuelta a casa tras el concierto histórico